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ESTATUAS

Hace 40 años, en 1965, Santiago Carrillo empezó a preguntarse en público qué sucedería en España después de Franco. Al dictador aún le quedaba una década de cuerda y el entonces líder comunista ya había llegado a la conclusión de que el general no sería derrocado ni por inexistentes sublevaciones de masas, ni por huelgas generales de dudosa capacidad de convocatoria, ni mucho menos por la acomodada aristocracia gauchista. Aquella que hoy sigue bien instalada y que tan pronto mostraba su fascinación mayista por el adoquín de los bulevares parisienses del 68 como se empeñaba en practicar gimnasia prochina o en contar las miles de estatuas erigidas a Lenin entre el telón de acero y Ulan Bator. Pero lo que no imaginaba entonces el secretario general del PCE es que cuatro décadas después, y coincidiendo con el homenaje que le rendían en Madrid por su 90.º cumpleaños, iba a ser retirada la estatua del ex caudillo que aún cabalgaba inerte por la capital de España. La decisión...... es incapaz de ocultar los repliegues y aristas de una historia que algunos pretenden olvidar. No faltará quien proponga algún día dinamitar el Valle de los Caídos o destruir todas las estatuas y relieves del apostólico y compostelano Santiago Matamoros.Podría ser un sugerente ejercicio de amnesia colectiva destinado a convencernos de que Franco no existió y de que el único que libró batallas contra los pobres sarracenos fue el malvado de Bush.
(del editotial de La Vanguardia de hoy, 18,3,05, firmado por Alfredo ABIAN,subdirector adjunto)

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