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¿El final de la ciencia?
Pedro Zarco. Cardiólogo.

Los avances espectaculares producidos en la cardiología en los últimos 50 años hacen que algunos expertos no descarten tocar techo en esta disciplina y vean incluso como posible el final de la ciencia si la tecnología y el conocimiento permiten derribar las actuales barreras. ¿Optimismo o utopía?(Palabras de Zarco)

ANECDOTA:
A Pedro ZARCO lo conocí en 1952,cuando yo estudiaba, en tercer curso de Medicina, Patologia General en la Cátedra del Profesor CASAS; el era entonces un joven profesos auxiliar, que se encargaba de CARDIOLOGIA, y muy concretamente de ELECTROCARDIOGRAFIA. Era muy buen profesor, muy simpático, muy cercano en el trato a los alumnos. En aquellos tiempos iba al Hospital Clínico y a la Facultad en un VISCUTER; un coche muy "gracioso", con un diseño que parecía sacado de un TEVEO,que no tenía marcha atrás y para aparcarlo había que hacerlo manualmente, levantando su parte trasera con las manos y acercarla a la acera. En una ocasión, al terminar la clase e ir a recoger su "chulo y divertido" VISCUTER vió con sorpresa que había desaparecido. Con la "colaboración" de un grupo de seguidores pudo encontrar su flamante vehículo en la terraza de la Facultad.

MUERTE DE ZARCO
2 de mayo de 2003
A Pedro Zarco le falló un corazón bien amortizado

El mismo reconocía que fue mejor maestro y amigo que padre, pero lo cierto es que con su muerte Pedro Zarco deja un poco huérfana a la cardiología española. Lo normal en un obituario sería aportar la edad del finado, pero en homenaje a su coquetería obviaremos ese detalle sin importancia y diremos simplemente que nos dejó en lo mejor de la vida, porque para él cualquier momento era bueno para disfrutarlo.

A Zarco le gustaba la ironía, y qué mayor ironía que él -tan buen cardiólogo y tan deportista- falleciera a causa de un infarto. Le falló el corazón, pero no es de extrañar teniendo en cuenta lo amortizado que lo tenía, tanto en lo físico como en lo metafórico-sentimental.

En la entrevista A corazón abierto que concedió a DIARIO MEDICO se definía como un "chico trabajador y aplicado" que, haciendo balance de su vida, se daba cuenta de que no había logrado ganar ninguna batalla. Ahí mintió descaradamente, porque quienes tuvieron la suerte de aprender con él recuerdan cómo se los ganaba a todos con su ejemplo, su entusiasmo y su carisma. Puede que, como se lamentaba, fuera un catedrático sin camas ni residentes, pero logró crear escuela en su campo y sembrar una corte de admiradores de su personalidad. Por supuesto, también consiguió tener detractores. Quizá era a ellos a los que dedicara una preocupación:"Me temo que pasaré a la historia más como ciclista que como cardiólogo; y eso que soy un mal ciclista". Pero frente a quienes quisieron dar la imagen del Zarco excéntrico llegando en bicicleta a trabajar cada madrugada -sobre las 6 de la mañana- el tiempo dió la razón a los que reconocieron que su prestigio científico estaba incluso por encima de sus veleidades políticas.

Su afición a la política le costó muchos disgustos profesionales, pero él prefería pensar que precisamente esa faceta era la que le daba cierta gracia. Tampoco ahí se ajustó a la verdad. El encanto de Zarco residía en la exquisita educación, que mezclaba con un sentido del humor a veces ácido y con una ingenuidad refrescante en un hombre de su experiencia y su trayectoria. Sólo así se explica que se confesara rojo de corazón mientras apoyaba al Partido Popular.

El neurólogo Alberto Portera, amigo de Pedro Zarco, decía que una muerte ridícula anula una vida elegante. Evidentemente, no es el caso.

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